Llegar a Bragança desde Galicia puede parecer una odisea si lo ves en Google Maps, pero es una bonita odisea. La frontera, caprichosa y con forma de montañoso parque natural portege aquello que se encuentra «Tras-os-Montes», escondiendo una escapada de fin de semana en el norte de Portugal con naturaleza, historia, gastronomía y mucho arte que no te deberías perder.
A ver, que no, que Bragança no fue nunca capital del reino, que después me venís a dar la turra con eso. La capital de Portugal es Lisboa y antes que eso fue Coimbra (técnicamente) y durante un breve espacio de tiempo también Río de Janeiro (incluso hay quien mete en la cuenta a Guimaraes). Pero, peeero, el ducado de Bragança es el título que adquirían los herederos al trono de Portugal desde el siglo XVII. Y, aunque el origen del ducado está en el hijo ilegítimo de Joao I, los Duques de Bragança gobernaron Portugal durante prácticamente tres siglos hasta 1932 (los viejunos y viejóvenes en la sala seguro recuerdan a los duques de las portadas del Hola!, también conocidos como «la última dinastía real portuguesa»). Así, que aunque ya ha llovido desde que Portugal dejó de ser reino y estas gentes prefirieron vivir en tierras más cálidas, pues algo tiene que ver.
Dicho esto, Bragança es hoy la capital del distrito de Bragança y, aunque algunos se la saltan en su ruta por el norte de Portugal (error!), tiene mucho y muy bueno que ver. En concreto, a mí me llevaron hasta allí tres cosas: la artesanía (con la feria de las Cantarinhas), el arte del buen comer y el arte en las paredes, pero me encontré con muchas más.
Así que vamos a lo importante: Qué ver en un fin de semana en Bragança (Braganza)
1. La ciudadela y sus calles empedradas
Dicen de Bragança que tiene el castillo más bonito de Portugal. Es difícil decirlo (no los conozco todos, aunque lo intento), pero desde luego que está entre los más chulos. Puede ser porque sigue aislado por sus muros intactos y las puertas arqueadas o porque desde su torre se puede divisar a lo lejos casi todo el distrito de Bragança, o quizás porque lo que queda de la judería esté aquí con apariencia casi intacta (echa un vistazo al punto 3 para más información sobre esto).
Pero, además de una buena foto, hay más razones para subir hasta allí: en la parte más antigua de Bragança ya no quedan muchas casas habitadas, poco a poco han sido convertidas en tabernas y museos, como el museo de la Máscara y los trajes típicos transmontanos o algunos de los restaurantes que te recomiendo en Bragança. Pero además encontrarás una peculiar picota, la iglesia de Santa María, el Domus y el Castillo.
El castillo y la torre
El castillo de Bragança tal y como lo conocemos hoy, lo construyó D. Joao I de Portugal (el fundador de la dinastía de Avís e hijo ilegítimo de Pedro I), sobre los cimientos de un castillo anterior. Está compuesto por una torre del homenaje con elementos góticos y una muralla doble que rodea toda la Ciudadela, con 15 torres.
De la funcion militar del castillo y la intención de rehabilitarlo, surge en 1929 el germen del museo militar. Está ubicado en la torre del homenaje, lo que ya de por sí justificaría la visita (por las vistas), pero es que además te da acceso a las murallas por arriba, que también es un plus.
En una de las torres, al lado de la torre del homenaje, la leyenda se entrecruza con la historia para hablar de doncellas encerradas y princesas prisioneras.
Truco: si quieres una buena foto del castillo, sube a tomar unas copas por la noche a la Pousada, o alójate allí, es impresionante.
El Domus Municipalis
El Domus Municipalis de Bragança fue construido por el pueblo para resolver sus propios problemas. Es el símbolo de cómo cuando los de arriba desaparecen o se alejan, la vida sigue aunque sea en la esquina más remota y fría del reino.
En esta antigua cisterna de agua construida en el siglo XII no sólo se guardaba el agua, sino que era el lugar de reunión de los hombres del municipio, que se sentaban en sus bancadas de piedra para debatir y tomar decisiones. Pero también para echar unas partidas cuando la decisión se atragantaba (busca los juegos ocultos en la piedra).
De forma pentagonal y estilo románico, es un ejemplo único en la península ibérica de este estilo arquitectónico en una construcción de tipo civil. Sus ventanas se asoman a la muralla y a la montaña, un paisaje que cautiva y sin duda por ello escogieron este lugar para construirlo.
2. Las catedrales de Bragança
En la mayoría de las ciudades antiguas las catedrales se construían «comiéndose» a otras (como en las de Plasencia, un ejemplo clarísimo de reciclaje arquitectónico y de lo que la falta de presupuesto puede hacerle a una ciudad). En otros casos, las catedrales «migraron» al cambiar el control religioso y político de la ciudad, como en Coimbra.
En Bragança pasó lo segundo, pero dos veces. No fue suficiente que el señor obispo trasladase la sede de la Diócesis de Miranda do Douro a Bragança (porque se quedó sin dinero), sino que la antigua Sé también ha dejado de ser catedral recientemente. En este caso para trasladarse fuera del casco histórico, la primera catedral portuguesa construida en el siglo XXI.
Ojo, que el proyecto de la nueva catedral no es reciente. El mismo obispo «traidor» que consagró un antiguo templo del siglo XVI en catedral y lo amplió para acoger su huída en 1764, no tardó ni 4 años en solicitar la construcción de una nueva catedral. Solo que entre unas cosas y otras se les pasó la hora y hasta 1982 no arrancaron con el proyecto.
La primera catedral, la original, la puedes visitar en el casco antiguo de Bragança, muy cerca de los museos y de la ciudadela. La segunda está algo más alejada (no la conozco, he de admitirlo, pero es que en Bragança hay muchos otros más templos y lugares que merecen la pena y no nos dio tiempo).
Truco: Si te gusta curiosear, no te pierdas las iglesias de Santa María (en la Ciudadela), la de San Jacinto y la de Sao Bento (en el casco antiguo) y el museo del Abade de Baçal. Y además puedes ir de visita a San Vicente, la iglesia en la que (supuestamente) consagraron su amor D. Pedro y Doña Inés de Castro, los eternos enamorados de los palacios de Coimbra entrerrados de forma espectacular en el monasterio de Alcobaça y cuya leyenda se recoge en Los Lusíadas.
3. La calle de los museos (y los museos)
Dicen que Bragança tiene la mayor concentración de museos del interior de Portugal. ¿La razón? en pleno casco histórico y en un tramo de menos de un kilómetro, en la misma calle Rua Abílio Beça, se encuentran 5 museos:
- el Museu do Abade de Baçal, que recoge piezas de arqueología, joyería, numismática, pintura, entre otras. Cuenta con cuadros de José Malhoa, Abel Salazar y Almada Negreiros y unos bonitos jardines que añadir a la visita.
- el memorial – Centro de Documentación de la Bragança Sefardí (en portugués sefardita) y el el Centro de Interpretación de la Cultura Sefardí del Nordeste Transmontano, que aunque son edificios distintos se complementan uno al otro para narrar las vivencias de los judíos en la región
- el Centro de Fotografía Georges Dussaud, que acoge la obra del fotógrafo francés con fotografías de la región norte de Portugal en blanco y negro, junto con otras exposiciones temporales.
- el Centro de Arte Contemporáneo Graça Morais, que además de las obras de la artista, acoge exposiciones temporales de artistas nacionales e internacionales.
Pero además hay más museos:
En la Ciudadela se encuentra el Museu Ibérico da Máscara e do Traje, donde puedes conocer los trajes y máscaras tradicionales de las fiestas de invierno y carnaval esta zona de la península ibérica (incluyendo Trás-os-Montes, Alto Douro y Zamora). Y, también en la ciudadela, pero dentro del castillo está el museo militar.
Para los amantes de los trenes, aunque en Bragança no hay tren, lo que sí hay es un bonito paseo a lo largo de la antigua vía del ferrocarril y el Museo Ferroviario, con algunos vagones y locomotoras antiguas y piezas que se recogen en lo que fue la estación de tren de la ciudad (que conectaba con la Linha do Tua, que a su vez conectaba con la línea del Douro y te permitía ir en tren a Salamanca o a Oporto).
Y, al lado del río, está el Centro Ciencia Viva – Casa da Seda. Hablamos de un museo de ciencias en un edificio interesante por su arquitectura bioclimática (la sede principal, en lo que en su momento fue una central hidroeléctrica) y en un antiguo molino recuperado (relacionado con la confección de la seda en la región).
Dónde comer en Bragança
Como te cuento más abajo, hay muchas cosas deliciosas que comer en Bragança, así que te he preparado una lista de recomendaciones de sitios en los que comer en Bragança y alrededores. Hay opciones para todos los gustos y presupuestos.
4. Las ferias
Ojo, cuando digo ferias son nuestras ferias (los mercados en la calle, aquí «feiras»), no las férias portuguesas (las vacaciones). Aclaración hecha, en Bragança son muy mucho de celebrar cosas y hay algunas que no te puedes perder:
- la feria semanal de Bragança (el mercadillo) o Feira Livre
En Bragança hay mercadillo los viernes junto al Mercado Municipal. Lo de siempre: toallas, camisetas, calcetines y un sinfín de objetos diversos que se unen a frutas y verduras o utensilios agrícolas de productores locales. Si tienes acceso a una cocina o vas de vuelta para casa, muy recomendable. Me dicen además que el mercado Municipal abre también los domingos por la mañana (y resto de días hasta las siete de la tarde).
- la feria de las Cantarinhas
La feria de las Cantarinhas es todo un acontecimiento en Bragança y desde ya te digo que merece la pena. Reúne artesanía y los productos del campo en las calles que rodean la antigua catedral en los primeros días de mayo. Pero, ¿por qué es la favorita de los brigantinos?
Pues porque es cuando se pueden probar las primeras cerezas del año (suele coincidir en fechas con las primeras cosechas).
Porque se puede comprar el «renuevo», es decir que si quieres plantar cebollas (o lo que sea), aquí vas a encontrar brotes y semillas, lo que es ideal al parecer porque la feria coincide con un gran periodo de siembra (técnicamente puedes comprar brotes en casi cuaquier mercadillo portugués, pero eso es para los que no tenemos idea de cuándo plantar o el qué).
Porque cuenta con un gran mercado de arte y artesanía portuguesa, en las que puedes encontrar piezas de barro local (aquí la tradición es el de los cántaros de barro de las alfareras de Pinela) y también textiles artesanales, maderas y otras piezas, que algunos orfebres elaboran durante la feria como en una gran muestra artesanal.
Porque la tradición dice que tienes que comprarle una «cantarinha» a quien quieres (amor de cualquier tipo, amistad, familia, etc. sin distinción). Estas minúsculas cántaras de barro las hacían las mujeres como regalo a sus niños para que jugasen con ellas y hoy las hay de todos los precios y colores. Aunque yo me decantaría por una tradicional de barro de Pinela, que elaboran las artesanas manos de la última cantareira de Bragança y que procede de los terrenos arenosos de las antiguas minas de estaño del lugar.
Truco: las manos que aquí ves son las de la última «cantareira» de Pinela. Si cuando visites la ciudad sigue en activo, habla con ella, su conocimiento de la zona y de las tradiciones y artesanía local harían que me quedase escuchando durante horas.
Porque también encontrarás todo lo que hay en un mercadillo y más, como los dulces de almendras de Moncorvo. Y muchos productos de gastronomía tradicional como la giginha (que puedes «escurripichar» o sorber en tacitas de barro mientras pides un deseo).
Porque hay más tradiciones curiosas, como la de robarse un niño dios negro que venden también en los puestos y que dicen que da suerte (suerte que vas a necesitar cuando te pille el del puesto o la policía municipal, que hay que decirlo todo).
Y porque es una forma magnífica de vivir la ciudad llena de gente y en primavera. (Y sí, también hay bailongo).
- la festa da Història.
Una fiesta medieval de la que me han hablado bien y que además de las recreaciones históricas en la ciudadela, parece que cuenta con un ambiente muy bueno (aunque con mucho calor, que es en Agosto) y mercadillo medieval.
Súper truco: Si quieres saber qué feria, fiesta gastronómica o romería tiene lugar en Bragança cuando estés de viaje por allí, apúntate la web Troulanda.com, la acabamos de montar para ayudar a los viajeros como nosotras a estar al día de todo lo diferente que sucede solo una vez al año en Galicia y Norte de Portugal.
5. La gastronomía
Que en Portugal se come de bien a muy, muy bien no es un secreto. Así que voy a hacer dos cosas, recomendarte qué comer (lo típico típico) y dónde comer en Bragança y alrededores. Y lo voy a hacer por separado porque después nos descentramos con el bacalao. Si viajas hasta aquí lo que no te puedes perder son:
- la posta mirandesa, un taco de carne vaca mirandesa (ya te hablé de ellas en Miranda do Douro) que mis fuentes dicen que es equivalente al jarrete, por si después de enamorarte de ella decides hacerla en casa… Está muy bueno, a las brasas y con un poquito de sal.
- el porco bísaro, raza autóctona de la región y con la que no sólo se hacen los embutidos locales, sino también algunos guisos. Y ya que estamos, también las alheiras, tabafeias o farinheiras (yo soy muy fan, ya lo sabéis, y la conexión sefardí en Bragança es muy fuerte, así que buen lugar para probar estos «falsos chorizos»)
- la caza (en especial el jabalí, que encontrarás en algunos restaurantes especializados y en prácticamente en todos los de cocina tradicional, pero también en las mesas más «modernas»). Y la pesca de las truchas del río más frío de Portugal (o eso dicen), el Tuela.
- las castañas y la miel. Las primeras son un icono ce la región y la segunda, fue votada una de las 7 maravillas gastronómicas dulces de Portugal (junto con el Bolinhol de Vizela). No es lo único, la agricultura de la región es muy variada.
En la foto te añado un dulce de almendras de Moncorvo que es cosa típica por aquí y que puedes probar en la pasteleria Florida, a un paso de la antigua catedral y que hace un milhojas llamado Travesseiros que os recomiendo (para que no os quedeis solo en conocer las natas y los bolos de arroz).
Y, por si ha pasado desapercibido: aquí mis recomendaciones de dónde comer en Bragança
6. Arte urbano en Bragança
El arte urbano ha proliferado en la península ibérica como si no hubiese un mañana y todos los desperfectos del mundo se pudiesen arreglar solo con pintar cualquier mural en cualquier muro a punto de caer. No es así, pero eso ya lo sabías. Quizás por eso en Bragança han intentado darle otro sentido y, aunque tienen un festival de arte urbano cada cierto tiempo, aquí las piezas buscan integrarse en un paisaje que ha cambiado, rodeando lo medieval pero sin entrometerse, dando pinceladas de color por toda la ciudad.
Como en la pieza más cercana a la Ciudadela, este palomar que se encuentra entre el parking de autocaravanas y la muralla. El templo de las aves, pintado por Duarte Saraiba, se eleva como las aves que sobrevuelan desde sus refugios en el cercano parque natural de Monteshinho.
No es la única pieza, algo más cerca del largo da Sé, en los túneles que nos llevan hacia la antigua estación de tren, se encuentra uno de los grandes buscados de los amantes del arte urbano portugués: Bordalo II. Fue el primer arranque del arte urbano «oficializado» en la ciudad, que arrancó con un impresionante camaleón y al que le acompañan ya un jabalí y una jineta.
Si no te interesa el arte urbano, estas no te las deberías perder. Pero no ya porque la técnica es colorida y única, sino porque el «efecto 3D» es impresionante. Y no, no es un efecto, todas las piezas que componen los murales de este autor se trajeron del punto limpio de la ciudad.
Pero el arte de la ciudad no se limita a las zonas céntricas, un paseo por las calles de la ciudad nueva, ignorada por los turistas, te lleva a las más de 50 piezas creadas, con artistas de la talla de Zabou, Frederico Draw, The Caver o Daniel Eime, entre muchos otros. Muchas de ellas se encuentran en el entorno de la Avenida Aguedo de Oliveira, pero hay tantas que en la oficina de Turismo les podeis pedir un mapa para buscarlas todas.
Nota 2021: El festival de este año se va al rural cercano a Bragança y los murales nuevos los puedes encontrar en las aldeas de Baçal, Deilão, Mós, Rebordãos, Santa Comba de Rossas, São Julião de Palácios y Zoio. No las he visto, pero los hay desde casetas de transformación eléctrica a antiguas salas de ordeño, así que pinta interesante.
7. El Parque Natural de Montesinho
Rodeando Bragança y creando una frontera natural espectacular se encuentra el Parque Natural de Montesinho. Una superficie de 75 mil hectáreas con aldeas ancladas en el tiempo, tradiciones ancestrales y una biodiversidad de caerse de la silla. Aquí son típicos los lameiros y la producción de castañas, pero también los lobos, los corzos, los venados o las martas.
Además, están en el límite sur de paso de las aves migratorias hibernantes y en el límite norte de las migratorias africanas, así que no es difícil avistar aves de cualquiera de los dos grupos. Bueno, no es difícil ver aves pero tampoco es difícil ver a unas cuantas más de las más de 200 especies de este espacio Red Natura: de camino a nuestro siguiente punto se nos cruzaron un zorro y un venado, ejemplo de la simbiosis entre los animales y los agricultores que se da en este espacio natural.
Cada estación define un paisaje diferente, casi intacto. Nosotros no tuvimos tiempo para explorarlo a fondo, pero lo hicimos a través de nuestro siguiente punto: la aldea única de Rio de Onor.
8. Rio de Onor
Rio de Onor (o Rihonor en el lado Español) es un lugar único. No porque sea un pueblo «siamés», dividido por una cicatriz de imaginaria que separa a sus poco más de 100 habitantes para casi todo. Ni tampoco porque llegasen a crear un dialecto propio que ni español, ni portugués, ni portuñol, sino riodonés. Sino porque el aislamiento físico que confiere la sierra de Montesinho creó aquí una comunidad unida por algo distinto a una nacionalidad. ¿Cuál es el pegamento? No lo sé, pero intentamos descubrirlo de la mano del señor Mariano Augusto de 86 años, nuestro guía especial del día y mordomo de Rio de Onor.
En Rio de Onor, todos los jefes de familia formaban parte de un consejo que decidía y ordenaba la comunidad. Los «mordomos» ordenaban cuándo se sementaba, cuando se abrían las huertas, en qué orden se trabajaba, cuándo se usaban los hornos comunitarios e incluso cuándo se convivía. Cada cosa que pasaba en el pueblo, la controlaban y cada falta, pequeña o grande se marcaba en un bastón de madera, la «vara da justiza» (vara de la justicia) que después se transformaba en multas que se pagaban con vino o aceite o, si era muy muy muy grave, con dinero.
El río Onor define la frontera en algunas partes y, allí donde no está, la guardia civil y los guardinhas hacían su parte con una cadena que intentaba evitar el contrabando. No ha sido el único límite, hasta los años 60 fue imposible llegar en algo que no fuese a pie o a caballo. Hoy es un rincón mágico de casas tradicionales de piedra (esquisto) y en el que la vida comunitaria aún pervive, al que te puedes ir a refugiar en una de sus casas rurales.
Toda esta historia se puede conocer hoy (si no tienes la suerte de encontrarte con alguien que haya vivido aquí antes de la desaparición de las fronteras con Schenghen) en la Casa do Touro, un pequeño museo que guarda las tradiciones ancestrales de la población y las explica en la voz de quienes han sido sus habitantes.
Truco: Si quereis tener una buena perspectiva del pueblo, cruzad al lado español y observad desde el campanario los límites de las fincas y el río, mientras a lo lejos alguien sigue labrando el campo.
Dónde dormir en Bragança
En esta ocasión nos alojamos en el Hotel Sao Lázaro, que está a la entrada de Bragança, así que es genial para explorar los alrededores y las habitaciones son muy grandes y modernas.
Si tienes algo más de presupuesto, yo me apuntaría la Pousada de Bragança por dos motivos: las habitaciones con vistas al castillo iluminado de noche y el restaurante, que es estrella Michelín y uno de los favoritos de mi amigo Alberto.
Y si lo que quieres es disfrutar del turismo rural de la zona, en Gimonde tienes la casa rural que gestionan los mismos que el restaurante Dom Roberto (no me he quedado, pero el restaurante es top y las casas son bonitas. O en Rio de Onor también tienes otras opciones de turismo rural.
9. Más imprescindibles cerca de Bragança
Como te puedes imaginar, en Bragança hay mucho que ver y muy cerca. Desde pequeñas escapadas a 7 kilómetros, como la aldea de Gimonde, a la siempre enigmática Rio de Onor de la que te hablo antes. Te cuento mis favoritas y alguna idea más cerca de la ciudad:
- Gimonde
De arquitectura tradicional, Gimonde pasaría desapercibida si no fuese por su ubicación, en la confluencia de tres ríos. Aquí, puentes de pasos, puentes modernos y la «ponte velha», un puente construido en el proceso de romanización y que fue modificado en la edad media, componen un paisaje ideal paralos amantes del paisaje.
A un lado, las cigüeñas han construido sus nidos y saludan al visitante que transcurre hacia Santiago (una variante de la Vía de la Plata del Camino de Santiago pasa por aquí).
No os engaño, yo no llegué hasta aquí caminando, sino con la excusa de los sabores intensos y las mesas «fartas». El Restaurante D. Roberto de la asociación de Montesinho no sólo emplea sus propios productos (tienen una ganadería y unos cuantos premios tanto por sus platos como por sus ingredientes) sino que además tiene una pequeña tienda donde las vende y una casa rural.
- Miranda do Douro y los arribes del Duero
Según yo, Miranda do Douro bien merece su propio fin de semana. Pero como están cerca y en su momento fueron hasta ami-enemigas (con el obispo de Miranda fugándose a Bragança y dejando un pufo allá por el siglo dieciocho…), pueden hacer una buena visita conjunta, o incluso recorrer la Rota da Terra Fría.
Te cuento más de Miranda do Douro y por qué no te la puedes perder aquí (incluyendo dónde comer y/o dormir)
- Vimioso, Mogadouro y Vinhais
A mí Vimioso, Mogadouro y Vinhais todavía se me quedan en el tintero. Igual que la misma aldea de Montesinho y quién sabe cuántas cosas más. Os las dejo por aquí por si se os antoja un fin de semana más largo con mucho de artesanía, castillos y pueblos casi intactos.
Visitas guiadas
En este viaje nos apoyamos en las visitas guiadas de naturaleza que organizan los chicos de Betula Tours, que están especializados en turismo de naturaleza y que son muy muy muy top (él es un fotógrafo muy reconocido que ha trabajado, entre otros, para National Geographic y ella, especialista en Turismo, ha publicado artículos en Voyageur y en los principales medios portugueses, entre otros). Si quieres descubrir la fauna y flora de la península ibérica o llegar a rincones escondidos y pueblos mágicos, contacta con ellos.
En las clásicas online de Civitatis y Viator, rara vez aparece algo en Bragança, pero tienes guías locales y visitas guiadas en los museos qu emerecen la pena.
About
Este artículo tiene su origen en una invitación del equipo de la Asociación de Empresarios de Bragança a conocer la ciudad y algunos rincones del parque natural coincidiendo con el festival de las Cantarinhas. Como siempre, aquí encontrarás mi experiencia y opinión real sobre los viajes que hago y los servicios que pruebo por el mundo. Cualquier duda me dices en los comentarios