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Un viaje más allá de donde acaba el mundo: el camino a Fisterra – Muxía en plan relax y con amigos

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Hay pocos elementos de la lista de Patrimonio Universal de la UNESCO que se puedan vivir en primera persona. Puedes visitar los castillos más impresionantes o adentrarte en la biblioteca de la Universidad de Coimbra y asombrarte como una niña, probar la gastronomía peruana y deleitarte con nuevos sabores e inconfundibles aromas o escuchar reggae en Jamaica, pero en la mayoría de casos lo que pruebes, lo que escuches y lo que veas será fruto del esfuerzo de otros. Tú serás un mero espectador.

Salvo en el Camino de Santiago. El camino lo haces tú, aunque está ahí para tí, con sus miles de kilómetros de flechas amarillas. Eres tú quien peregrina y quien sufre las inclemencias del tiempo, el cansancio y también quien conecta con los que encuentra a su paso y vive de primera mano la hospitalidad de los demás. Así que cuando el equipo de CMAT – Visita Costa da Morte me propusieron hacer el camino con mis amigos Eva, Alberto, Dani y Bo, no me lo pensé.

Ojo, ya sé lo que me vas a decir: solo el camino francés y los caminos del norte están incorporados en la lista Patrimonio de la Humanidad. Bueno, tiempo al tiempo. Lo que yo te vengo a contar es mi experiencia haciendo un camino distinto, no por la ruta, que es anterior incluso a la existencia del Camino de Santiago, sino por la forma de vivir y descubrir lo que el camino ofrece. En resumen, este es MI camino a Fisterra-Muxía, una ruta a pie por la Costa da Morte que espero que te sirva de inspiración para explorar con otros ojos esta espectacular región de Galicia.

Primera etapa: Santiago hacia «A Costa da Morte»

Ya os he contado con antelación que no me gusta eso de clasificar el Camino por etapas. En primer lugar porque no existe nada oficial que diga que las etapas son las que te dicen que son, aunque algunas webs y no sé cuantos libros intenten fijarlas así. Y, en segundo, las que nosotros hicimos pueden ser cortas o largas o mediopensionistas, según tus propios criterios personales. La única realidad aquí es que tienes por delante unos 120 kilómetros de camino y que el punto de inicio es Santiago de Compostela*.

(*) Vale, ni siquiera eso, porque podrías hacer el camino al revés, de Fisterra o Muxía hacia Santiago o empezar mucho antes.

Bueno, que me lío. La cuestión es que nosotros empezamos en Santiago. Allí donde la mayoría termina, continúa una peregrinación hacia lo que los romanos llamaron el fin del mundo y donde los celtas ubicaron su olimpo. Y sí, aunque su nombre habla de los cientos de naufragios que protagonizaron sus costas, también habla del fin del día y unas puestas de sol espectaculares en las que perder la noción del tiempo. Así que, tras recoger la compostela, cruzar la puerta santa y parar a descansar en una de sus magníficas callejuelas (no necesariamente en ese orden), te invito a bajar por la Rúa das Hortas dejando atrás la catedral y comenzar, como nosotros, tu recorrido hacia A Costa da Morte.

Desde aquí arranca una ruta que pasa por las antiguas fábricas de curtidos que rodeaban Santiago, bosques, pequeñas poblaciones rurales y uno de los puentes más conocidos del camino de Fisterra-Muxía: el de A Ponte Maceira en Negreira.

Hasta su entrada en A Costa da Morte, recorrerás unos 30 y pico kilómetros de paisajes cambiantes que llamaron la atención de autores como Rosalía de Castro o el mismo Heminway. Pero no te empeñes en hacerlos todos del tirón, puedes personalizar tu etapa en la web oficial del Camino (al transcurrir íntegramente por Galicia, su herramienta de personalización de etapas te puede ser de gran ayuda, te cuento más «trucos al final del artículo»).

Destino: Mazaricos

A Mazaricos (primer punto del camino en A Costa da Morte) se entra poco más allá de la aldea de O Cornado. Aquí los paisajes los protagonizan los maizales, los toxos y los hórreos. Pero también sus cumbres, desde las que divisar la comarca del río Xallas (el que desemboca en la impresionante cascada de Ézaro), y sus espectaculares cascadas. Aunque el camino no pasa al lado de las cascadas, sí pasa al lado de algunos impresionantes miradores, como el de Corzón (donde además encontrarás la necrópolis de Pedras Miúdas) o el de Monte Aro (con vistas al embalse) y de pueblitos encantadores como el de As Maroñas.

En Mazaricos, gran desconocido, hay mucho que ver así que nosotros tomamos la desviación hacia A Picota (en Vilar de Castro), hacia el famoso paso de vaca y las vaquiñas. Eva y Alberto tenían una entrevista en la radio (es lo que tiene viajar con influencers) así que aprovechamos para descansar en su jardín, sacar unas cuantas fotos de la zona y explorar la zona con ayuda de Jorge, el emprendedor local que le pone el corazón de Casa Jurjo (con su familia).

Casa Jurjo es bar, restaurante, hotel, lugar de encuentro de la población local… y en algún tiempo hasta se encargaron de repartir el correo y de cocer el pan (no me extraña que el pan y los bizcochos del desayuno estén buenísimos). Es lo que tiene llevar más de un siglo en pie viendo pasar a generaciones y generaciones de caminantes y de comerciantes. Pero es, además de un buen sitio para comer y tomarle el pulso a lo que se cuece en la zona, un muy buen sitio donde dormir, con habitaciones (muy) amplias y cómodas, buena comida y una ubicación perfecta para descubrir la zona.

Truco: Si teneis tiempo para explorar, os he dejado un sinfín de opciones para explorar en esta zona en el mega-post (es muy largo, lo siento, pero es que hay muchas cosas cerca) con mis imprescindibles en el sur de A Costa da Morte.

Siguiente parada: Dumbría

Arrancamos desde A Picota con lluvia. ¿Íbamos preparados? Sí. ¿Íbamos mentalizados? No mucho. Lo bueno es que, aunque fuésemos poniendo y quitando el chuvasquero cada cierto tiempo, el tiempo se fue alegrando poco a poco y nosotros con él.

La ruta desde Mazaricos hacia Dumbría intercala carretera, caminos entre chousas (bosques cercados), campos de labranza y pueblitos encantadores. Muchos hórreos, mucho maiz y algunas vacas (en Mazaricos son legión, pero no es tan fácil encontrarse con ellas) y un punto icónico: el de Ponte Olveira y su puente del siglo XVII que divide los dos ayuntamientos desde hace siglos. Aquí los camiones pasan como rayos, pero si no hay mucho tráfico (ir bien señalizados y con colores llamativos es imprescindible en todo el camino, pero en estos puntos más) el puente es un buen lugar donde observar al Xallas bajar tranquilamente y, quizás con algo de suerte, ver una garza descansar.

Este puente fue un lugar importante para la zona ya desde la Edad Media y durante la guerra de la Independencia fue el lugar escogido para detener a las tropas napoleónicas. También fue lugar de feria tradicional, que dicen tenía lugar a ambos lados del puente. Son testigo de esto, una vez cruzada la frontera, unos antiguos pendellos, puestos de exposición para las ferias (y la ruta de las Feiras Vellas de Mazaricos empieza precisamente en Ponte Olveira).

Seguimos caminando hacia Olveiroa, ya en Dumbría, mientras nos adelantaban unos cuantos peregrinos a pie y otros tantos en bicicleta (esos selfies no se van a hacer solos y nuestro ritmo siempre muy caribeño). Coincidiríamos poco más adelante, tomando un café en esta bonita aldea de piedra salpicada por hórreos y capital del fenómeno Vàkner, el temible ser que se esconde en los bosques de Dumbría (el hombre lobo no lo vimos, pero el triángulo de las Bermudas por el que se movía lo puedes descubrir a pie o en coche como una excursión extra en la zona que merece mucho la pena, te cuento más en mis imprescindibles de Dumbría y sur de A Costa da Morte).

Y desde aquí abandonamos de nuevo la carretera para adentrarnos en los caminos forestales entre fuentes, embalses y pequeños bosques que nos acompañaron mientras nos apurábamos a llegar a Hospital, donde (nosotros ya lo habíamos hecho) toca decidir si tu destino es Muxía y A Virxe da Barca, o Fisterra y el fin del mundo. En Hospital, además de tomar esta decisión, también es imprescindible hacer dos cosas: calzarse las botas de peregrino para la foto y visitar el Punto de Información al Peregrino, donde te dan información de las cosas curiosas que vas a encontrar a tu paso y todo lo que puedes explorar si vas con ganas de ver más. Es una pena que el punto de información solo abra en la temporada de verano, porque es un buen punto para informarse sobre transportes, alojamiento y gastronomía, además de que allí también puedes sellar tu credencial.

Porque, creo que no os lo había dicho, pero en el Camino de Fisterra-Muxía también hay una credencial. Una credencial gratuita que te permite obtener dos certificados de peregrinación: la Fisterrá (te la dan si cumples toda la ruta en el albergue público de Fisterra) y la Muxiá (ídem, pero te la entregan en la Casa da Cultura de Muxía). Y te sirve tanto si lo haces a pie, a caballo o en bicicleta, solo tienes que asegurarte de ir recogiendo los sellos a tu paso.

Nosotros seguimos hacia Muxía, en nuestra ruta pasaríamos distintas capillas y cruceiros antes de adentrarnos en Cee. Pero, sin desmerecer a las demás, ojito con la de Santa María das Neves, en Buxantes (no confundir con San Pedro de Buxantes, cuya torre del reloj también amerita una visita.) ¿Y por qué la de As Neves? Pues por dos motivos: porque fue punto de acogida de peregrinos durante siglos y porque en el solsticio de verano, a las 21:45 el pequeño rosetón de origen medieval de la capilla ilumina el altar como si fuese un faro.

Poco más adelante, en el Cruceiro da Armada, la primera vista sobre la costa: la ría de Cee y, al fondo, Fisterra (Finisterre).

Truco: Como ya te había contado en mi artículo sobre mitos del Camino de Santiago, además de la credencial de la prolongación jacobea, puedes hacer la ruta hacia Santiago para obtener la Compostela, aunque en este caso la distancia solo la cumples a pie.

Destino: CEE

Cee es uno de los ayuntamientos con mayor población de la Costa da Morte (cerca de 8.000 personas de un total de 112.000 entre los 17 concellos) y también uno de los que más presencia tiene a lo largo del recorrido hasta Fisterra. Es un territorio grande, que toca el mar varias veces, al sur desde prácticamente el Ézaro y su famosa cascada hasta el mismo Cee en la ría de Corcubión, después en la ría más pequeña de Galicia: la de Lires, y finalmente en la playa de Estorde, a medio camino entre Fisterra y Muxía.

Y, como os comentaba antes, es el primer punto desde el que vimos el mar en este Camino de Fisterra – Muxía.

Llegamos a Cee al mediodía para comer, así que hicimos check-in en el centro del pueblo en La Marina y ya nos quedamos a comer allí (fantástico menú del día con su caldo gallego que aunque hacía bueno nunca viene mal y gran opción para cenar pescados y mariscos en la noche).El hotel está súper céntrico y muy cómodo, así que todo un plus.

¿Plan para la tarde? Callejear por el paseo mirando al mar y por la alameda con sus casas de galerías de madera. Habíamos entrado por la calle Magdalena, así que de camino ya habíamos visto el Pazo de Cotón, el cruceiro al lado de la Fuente Penín y, aunque desde afuera, el colegio levandado por Fernando Blanco de Lema, pero nos picó la curiosidad y, después de calzarnos las botas de nuevo, visitamos el Museo de la Fundación Blanco de Lema y la Virxen da Xunqueira, a pocos metros uno del otro.

El primero (el museo), un impresionante ejemplo de cómo los emigrantes han luchado por Galicia a lo largo de los años e incluso cuando no pudieron volver a pisarla. En este caso hablamos de un benefactor que trajo a CEE  no sólo la educación gratuita y formal a niños y niñas, sino algunos de los avances tecnológicos y conocimientos científicos más avanzados (hablamos de la Galicia rural de finales del siglo XIX e inicios del XX, en la entonces aún más aislada Costa da Morte). En el museo (se puede visitar por libre, pero la visita guiada es magnífica), encontrarás elementos de la historia de la Fundación y las Escuelas, cuadros, ejemplos de la educación que se le daba a los niños y un sinfín de instrumentos y materiales científicos que se empleaban para educar a los niños.

En el segundo (la iglesia), descubrimos más sobre la historia de Cee y cómo la arrasaron los franceses, iglesia incluída, tras usarla de base en la invasión napoleónica. De la original capilla quedan la cabecera gótica y una profunda devoción a la Virgen de la Xunqueira (Junquera), encontrada entre los juncos que, hace tan sólo 50 años, llegaban casi a la puerta del templo. La capilla arranca en mayo 2022 una importante celebración: el año jubilar mariano, con distintos eventos a lo largo del año hasta la coronación de la virgen en 2023, y durante el que se concederá la indulgencia plenaria en las mismas condiciones que al pasar la puerta santa de Santiago de Compostela.

La iglesia cuenta además con algunas importantes tallas religiosas de Magariños, uno de los escultores más importantes de Galicia, y es un buen punto para conocer su historia relacionada con el arcediano de Trastámara.

El paseo nos dio algo de hambre (no es verdad, era gula) y nos fuimos a visitar a Diego de Pan de Juevo, un emprendedor local que algunos ya conocíamos de las Jornadas Viajeras de Galicia y que le ha dado una vuelta a esto de la pastelería tradicional con un taller de dulces caseros (el pan de juevo es un pan dulce tradicional de la zona), galletas y postres para hostelería (y para casa) que están de lujo y además son de ingredientes naturales y con técnicas tradicionales. Nos estuvo enseñando cómo se hacen (lo podeis ver en su obrador a la vista) e incluso nos animó a intentar a trenzar el pan, aunque lo hicimos con poca fortuna y entre muchas risas, todo hay que decirlo.

Terminamos el día viendo cómo se ponía el sol en la costa y volviendo a cenar una buena tanda de mejillones y navajas, de nuevo en La Marina.

Siguiente parada: Corcubión

De Cee a Corcubión hay menos de un kilómetro de paseo por la costa, que en realidad se hace más corto porque que si puerto, que si casas preciosas, que si anécdotas y alguna broma por el camino. Pero es que además como están en una especie de U, según te vas acercando a Corcubión vas descubriendo nuevos detalles de Cee y viceversa.

Una vez en Corcubión el paseo se llena de azulejos con ventanas para disfrutar del mar incluso en los días de temporal y unas espectaculares palmeras y casas con galerías, hablan de un pasado burgués no tan lejano.

Aunque nosotros solo estábamos en Corcubión de paso, nos dimos una vuelta para ver sus pazos y casas señoriales (de estos hay un buen número y de distintas arquitecturas, desde el de los Altamira del siglo XV con su llamativa puerta azul a la Casa Teixeira del siglo XVIII y su inmenso blasón), los bonitos edificios con galerías, la cárcel (hoy oficina de turismo) y la Iglesia de San Marcos, de gótico marinero con elementos barrocos y neogóticos (pero que estaba cerrada a nuestro paso). Con la excepción de la cárcel, muchos de ellos los puedes ver siguiendo el Camino de Santiago, pero dependiendo de cómo hayas configurado las etapas también es buen lugar para comer (¿y dónde no en la Costa da Morte?).

De salida, una cuesta entre muros de piedra y unas impresionantes vistas desde arriba a toda la ría, que nos acompañarían parte de nuestro camino hacia nuestro destino planificado para el día: Fisterra.

Destino: Fisterra

De Corcubión a Fisterra hay unos 14 kilómetros, muchos de ellos en ascenso y combinando pistas de tierra y asfalto (ojo con algún cruce en carretera de dos carriles por lado, que aunque no hay mucho tráfico la velocidad no es baja). Pero también de un camino al lado del mar con vista a playas salvajes como las de Estorde y Langosteira (en esta última si el tiempo acompaña puedes bajar al agua y continuar los últimos metros con los pies descalzos mojados por el mar, como hicimos nosotros).

Langosteira y su subida por el cruceiro de Cruz de Baixar da entrada al pueblo, de calles estrechas y casas (al menos en su mayoría todavía) bajas. Aquí tienes la opción de quedarte a comer, hay grandes opciones sin necesidad de caer en uno de los «típicos sitios para turistas». Apúntate, por ejemplo, el Mar de Ardora Food & Sunset, el A Fonte do Raposo o Etel&Pan (este último lo dejo pendiente para una futura paradita por aquí que me lo recomendaron mucho Alberto, Eva y Dani). Pero nosotros decidimos seguir.

¿A dónde? Pues al fin del mundo. El faro de Finisterre (Fisterra) está algo aislado, a unos 3 kilómetros del pueblo y tras una empinada carretera al lado del mar. Allí donde arranca la subida al faro, antes de las vistas al mar, el monumento a los peregrinos y el famoso cementerio de Portela, hay una importante parada que no te deberías perder: la iglesia de Santa María das Areas, destino religioso de esta peregrinación que custodia el Santo Cristo de Fisterra y que tiene su propia puerta santa (aunque este año jacobeo hayan decidido no abrirla, no sé muy bien por qué).

Y, tras el ascenso, el fin del mundo. Bueno, el fin del mundo no, que ya sabemos todos que del otro lado en vez de un terrorífico precipicio con monstruos marinos está Nueva York (o casi). Llegamos al mítico faro, primera parada en el gran cruceiro y después las vistas detrás del faro, al lado de la bota (la escultura, no dejes tus botas que es un asco y muy poco responsable).

Y, para comer: el Semáforo de Fisterra, una opción fantástica tanto si te puedes alojar en el faro (sí, es ahora es un hotel boutique impresionante) como si solo quieres disfrutar de su impecable gastronomía. Y sí, se puede reservar online o por teléfono (imprescindible en temporada alta y fines de semana). Ojo, hay un gastrobar a pie del faro que también me dicen que es buena opción si no tienes reserva, aunque en nuestra visita también estaba hasta arriba.

Por la tarde, volvimos a bajar a Fisterra para explorar algunos de sus rincones. Algunos contactos de Raúl nos permitieron visitar la famosa lonja (ahora mismo con la pandemia estaba cerrada a visitantes, pero en temporada normal tienen la opción de ver la subasta desde unos balcones que sobrevuelan el espacio de subasta), la playa da Ribeira y el Castillo de San Marcos, tres de los grandes imprescindibles de la localidad.

Y ya al atardecer, nos acercamos a la Praia do Rostro para ver la puesta de sol desde la terraza del Food & Sunset, donde aprovechamos para conocer su proyecto de cultivo local y ecológico y su cocina con tintes internacionales (el saam de panceta a baja temperatura está impresionante).

Y ya más tarde nos acercamos a A Fonte do Raposo y su fantástico pulpo con crema de cachelos o su tempura de langostinos crujiente. Gran ambiente a un paso de la playa de Langosteira y de nuestro fantástico hotel en el que el amanecer mirando al mar: el Mar de Fisterra.

Siguiente parada: Lires

De Fisterra arrancamos hacia la ría más pequeña de Galicia. La diferencia con las etapas anteriores es que en el tramo que une Fisterra con Muxía, tiene mojones con indicaciones en los dos sentidos, una flecha para Fisterra y otra para Muxía.

Aldeas, campos y pequeñas aldeas a nuestro paso salpican un camino con algunas importantes pendientes en las que Bo y yo alegramos de haber llevado los bastones y alguna cosa curiosa, como un aserradero en funcionamiento y una máquina de vending en medio de la nada (para que después te digan que lo del vending es obsesión de los japoneses). Un camino lleno de vistas peculiares sobre el mar, imponentes playas (como la de O Rostro), y un buen número de elementos tradicionales, con hórreos, cruceiros e iglesias, así como pequeños bosques y grandes campos de cultivo.

Es, probablemente el tramo de camino donde más personas nos cruzamos de todo el recorrido. Un buen número de peregrinos que transitaban en ambos sentidos y que provenían de lugares como Holanda, Madrid o Barcelona y con historias muy distintas y distintos caminos a sus espaldas.

Ya en el pueblo, además de descansar mojando los pies en alguna de las inmensas playas, también es buen momento para reflexionar sobre el viaje que has emprendido y, ¿por qué no? disfrutar de la gastronomía gallega, cosa que hicimos en As Areas con un chuletón a la piedra de impresión (reflexionar con el estómago alegre es mejor reflexionar).

Destino final: Muxía

Se acercaba el final de nuestro Camino y con él Muxía y su impresionante santuario de la Virxe da Barca. Kilómetro cero de la tragedia del prestige y hogar de piedras mágicas y grandes tradiciones, este sería nuestro último destino de nuestro camino por la Costa da Morte y llegamos allí con ganas de descubrir más a fondo este rincón mágico.

Llegar llegamos a comer (como casi a todos lados, como ya has visto, jeje) y lo hicimos en A de Loló, un restaurante de guisos tradicionales (y un arroz espectacular) y una agradable y concurrida terraza. El local, a un paso del que sería nuestro alojamiento en Muxía: el albergue Bela Muxía, un albergue (sí, el único en nuestra ruta) que ya es todo un icono por su espíritu acogedor y por su arquitectura, que fue el primer albergue español en obtener la Q de calidad y ha recibido distintos premios de arquitectura a nivel nacional e internacional.

Tras una ducha rápida, nos acercamos a la oficina de turismo a descubrir más sobre las curiosidades y la historia de la localidad y de toda A Costa da Morte. Una visita muy top porque nos pusieron en contacto también con los chicos de Lemar que nos abrieron sus secaderos de congrio para contarnos cómo se prepara este producto tradicional y único de Muxía.

Tras la visita, decidimos explorar un poco más y nos fuimos a dar una vuelta al lado del puerto, con sus impresionantes murales en honor a la gente y las historias del mar que podeis ver alrededor de la lonja (no, no solo es la famosa percebeira ninja de Yoseba MP, dadle una vuelta al puerto y me contáis cuál os ha gustado más).

Y, muy cerquita, nos habían recomendado visitar a las palilleiras de Muxía. Visita que no defraudó porque, aunque en Camariñas se llevan la fama, aquí un conjunto de heroínas del encaje también mantienen viva esta tradición. La asociación de palilleiras está abierta a diario (aquí es más una tradición que un negocio) pero también puedes visitarlas y comprarles (y asumo que encargarles también) alguna de las piezas únicas que confeccionan con tanto trabajo y esmero.

Tras algún café por el camino, se acercaba la hora de la puesta de sol y decidimos acercarnos al punto clave: el Santuario da Barca y sus piedras mágicas. Pero antes, se nos hacía imprescindible subir al mirador de O Corpiño, con esas vistas impresionantes de toda la localidad y del Santuario. Tanto desde arriba como desde abajo, a pie de ese mar salvaje, encontramos una puesta de sol impresionante que sería el colofón de este gran viaje de anécdotas, reflexiones y confidencias.

Extra: Explorando más a fondo el sur de A Costa da Morte

A Costa da Morte es un territorio inmenso y el Camino de Santiago solo recorre una parte pequeña del mismo, aunque parezca todo lo contrario. Así que te animo a explorar este territorio más a fondo. Nosotras nos fuimos de vuelta hacia al sur para explorar Carnota, Dumbría y Mazaricos más a fondo, pero en los blogs de Eva, Dani, Alberto y Bo encontrarás muchos más rincones mágicos en esta costa llena de luz.

Si además te gusta inspirarte en los paisajes de los libros, aquí encontrarás grandes novelas que tienen por escenario A Costa da Morte (sí, también hay algunas recomendaciones de literatura infantil).

Y si además quieres descubrir la «cultura viva» de la zona, en mi proyecto Troulanda encontrarás todas las fiestas, romerías, celebraciones y actividades turísticas que suceden en la zona cuando estés por allí (con un buscador muy chulo para que puedas filtrar por ubicación fechas, etc.) y por qué ir.

Datos técnicos y trucos para preparar el camino en plan relax como nosotros

1. Maletas / Mochilas

Nosotros movimos las mochi-maletas con Correos. Sí, parece trampita, pero no lo es (tan solo las cámaras hacen unos cuantos kilos). Nos lo organizó la agencia de viajes, pero puedes contratarlo directamente con Correos si ya sabes dónde te vas a alojar. Eso sí, hay que dejar las maletas temprano para que te las encuentres en al llegar a tu final de tramo, que aunque nosotros vayamos en plan relax, este es un servicio para peregrinos que se lo toman en serio.

Si finalmente te decantas por llevar las mochilas al hombro, búscate una que de por sí pese poco y no la cargues, a las dos horas de ir caminando te sobran hasta los calcetines. Advertida quedas.

2. Taxis

Aunque espero que no lo necesites para hacer el camino, si quieres explorar más la zona o dormir en algún sitio que está literalmente «fuera de ruta», te va a venir bien llevar el teléfono de un taxi. Los más grandes suelen trabajar bajo cita, pero son serios y cómodos y te van a venir de lujo.

A nosotros nos llevó de aquí para allá Nacho, de Taxis Muxía, que también te puede llevar de vuelta al aeropuerto. Eso sí, llámale con tiempo porque no para.

3. Comer en el camino

Comer hemos comido de lujo; hemos desayunado de lujo; y hemos cenado de lujo. Vamos, que tampoco es que te vaya a sorprender con esto, pero en A Costa da Morte se come para chuparse los dedos. Eso sí, algunos sitios es mejor reservarlos antes, así que te dejo un listado de los sitios por si no te quieres repasar todo el post con nuestras recomendaciones:

  • En A Picota, Mazaricos: Casa Jurjo. No se puede reservar online, pero encontrarás desde bocadillos a una cena «como Dios manda» con producto local. Pregúntales el menú y la opción de media pensión si vas a dormir allí.
  • En Cee: La Marina. Menú del día 10€ con pescado fresco o carne que publican a diario en su página de facebook. Para las cenas: mariscos, pescados y carnes con un punto fusión. Y sí, también es el restaurante del hotel y es bueno.
  • En Fisterra:
    • El espectacular O Semáforo (en el faro). De los pocos que se puede reservar online (reserva más que recomendada) con unos pescados impresionantes pero también sus empanadas, croquetas y postres. A los de la guía Michelín también les gusta.
    • Mar de Ardora Food & Sunset (Mar de Fora). Cocina internacional con producto 100% local, gran parte de su propia huerta, a pie de terraza y de cultivo ecológico.
    • y A Fonte do Raposo (praia Langosteira). Cocina tradicional con un punto diferente y en un ambiente muy divertido. Los postres de Pan de Juevo son un plus.
  • En Lires: As Eiras, reino de las carnes.
  • En Muxía:
    • A de Loló con unos magníficos arroces y una buena selección de mariscos y pescados en una terraza súper agradable
    • y Casa do Peixe. Pescado y marisco en recetas tradicionales gallegas. Ya había comido allí hace bastantes años y repetimos.

4. Dormir en el Camino

Tienes cientos de opciones de alojamiento en el Camino de Santiago de Fisterra – Muxía, desde los albergues más tradicionales a pequeñas casitas rurales a mega-paradores. Nosotros nos quedamos en:

Diseña tu ruta en función de cuánto quieres parar y caminar cada día, encontrarás grandes opciones muy cerca y por distintos precios.

5. Dónde dejar las maletas o el coche en Santiago

Puede que hayas llegado a Santiago andando y que por tanto lleves un montón de ropa sucia que no te quieras llevar en la prolongación hasta A Costa da Morte. Tienes dos opciones: lavar la ropa en una tintorería (la de la Rúa das Hortas dicen que es la más bonita del mundo, y no sin razón) o dejar tu maleta en la consigna para peregrinos de Correos que está en la Rúa do Franco.

Y puede que hayas llegado en coche. Aquí tienes también varias opciones, una de ellas es dejar el coche en el parking público de Santiago en Belvís, que es barato y está a un paso de casi todo, pero está descubierto. O puedes usar el servicio de parking-aeropuerto, que son parkings cubiertos y desde el aeropuerto tienes autobús al centro de Santiago (plaza de Galicia). Y también tienes el aparcamiento de Xoan XXIII con abonos turísticos de 7 días (te venden el bono en el aparcamiento).

6. Etapas del Camino por la Costa da Morte

¿Sabes aquello de «estos son mis principios, si no le gustan tengo otros» que supuestamente dijo Groucho Marx? Bueno, pues en A Costa da Morte estas fueron nuestras estapas, pero también nuestra forma de hacer el camino y si no te gustan tienes muchas otras. Hay cientos de combinaciones posibles y de paradas posibles, para explorar más, para explorar menos…

Las etapas que nosotros hicimos son:

  • Previa a la Costa da Morte: Santiago a Santa Mariña hay poco más de 40 km, puedes parar en Negreira o en Ponte Maceira para hacer dos etapas más cortas, o parar donde tú consideres que para eso es tu camino
  • Santa Mariña / Mazaricos – Hospital: 17 kilómetros (nosotros aquí hicimos la desviación hacia A Picota)
  • Hospital – Cee: 15 kilómetros
  • Cee/Corcubión a Fisterra: 12 kilómetros
  • Fisterra – Lires: 16 kilómetros
  • Fisterra – Muxía: 15 kilómetros

Como ves, a nuestro ritmo entre 7 y 8 días se puede hacer perfectamente caminando unas 3 horas al día aproximadamente y después dedicándole tiempo a explorar. Hay quien hace los 118 kilómetros en 6 días con unos 20 kilómetros al día y hay quien con 3 días le fue suficiente (40 kilómetros al día no es moco de pavo, pero me temo que ver no ves gran cosa). Ahí vas a tener que escoger tú.

En nuestro caso, añadimos además un par de días después para seguir explorando, aunque ya cada uno por su lado, el resto de la Costa da Morte.

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