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Comida internacional: 10 platos que me han ayudado a construir mi visión del mundo – parte II

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Como os comentaba en la primera parte, no hace falta que un plato internacional sea muy caro o sumamente exótico para que te ayude a modificar tu visión del mundo y que lo recuerdes durante toda tu vida.

Ya os hablé de la pastella, el Marmite o los chiles en nogada. Estos son los otros cinco:

6. Percebes en Galicia

Comer en Galicia es una maravilla, no descubro ningún secreto. Pero no sólo por la variedad de sabores y texturas, sino por la capacidad de extraer un sabor intenso y diferente con muy pocos artificios.

En el caso de los percebes, unos bichos feos, con pinta de uñas y textura de lagarto que hay que comer con las manos, creo que fue amor a primera vista (o a primer mordisco.) Reconozco que el sabor no es para todos los públicos, intenso mar, aunque sólo estén cocidos unos pocos minutos.

Percebes
Percebes by Andrea Clambra on Flickr

 

La experiencia tampoco es digna de todos los públicos: abrirlos uno a uno mientras están aún calientes. Arrancarlos de la «uña» con la boca. Pringándose las manos y tu ropa (y la del de enfrente). Es laborioso, pero todo el mundo debería probarlos una vez en la vida.

7. Helado Tartufo en Roma

Cuando era pequeña no me gustaban mucho los helados. Solo me gustaban los de fresa (con fresas de verdad, no los de sabor fresa) y los de chocolate, aunque no mucho. Así que normalmente me conformaba con comprar un cucurucho o un polo de naranja. Sí es muy triste.

Pero con el tiempo empezaron a gustarme otros helados, los de nata, los de vainilla, los de arroz con leche… No sé muy bien cuándo empezaron a cambiar mis gustos, pero si tengo que pensar en un helado en concreto, ese es el Tartufo.

Helado Tartufo
Tartufo di Pizzo by alesduchac in Flickr

Pero no el Tartufo que puedes comprar en un supermercado, sino un Tartufo que comimos en Piazza Navona, Roma, cuando tenía unos 12 años. Creo que Roma tiene algo que ver en la ecuación, la fuente con esculturas de Bellini también habrá influido, no lo dudo.

8. Rösti o la tortilla de patatas si huevo

En la zona de Suiza y Alemania hacen una especie de tortilla de patatas a la que llaman Rösti pero que se diferencia de nuestra «spanish omelette» por varias cosas: a) no es un plato principal, sino un acompañamiento, b) no lleva huevo, c) siempre lleva cebolla y d) la patata y la cebolla van ralladas.

Rosti
Rösti by Caitlin Arndt on Flickr

Lo probé por primera vez en una visita a una buena amiga a París, donde ella estaba haciendo un Erasmus. En una fiesta de esas donde cada uno cocina algo, con alemanes, italianos, argentinos,…

Y en aquella ocasión le pusieron ¡azúcar!! Y sí, eso fue lo que más me llamó la atención. No era por la forma de cortar o la falta de huevo. Era el hecho de poner azúcar a un plato de patata. Lo de caramelizar cosas saladas de aquella no estaba tan de moda y a mí me parecía más una receta típica de los países nórdicos que algo centroeuropeo.

9. Pato lacado o a la pequinesa

No, no he estado nunca en Pekín, pero no me ha hecho falta para probar pato a la pekinesa. En Madrid, en Mexico DF… hoy en día es posible comer buena cocina china en casi cualquier parte del mundo. Y ahí es donde reside la diferencia.

El pato a la pekinesa no me enseñó a aceptar sabores nuevos, ni a asumir que cada cultura come animales distintos. Lo que me enseñó es que siempre hay una mejor versión de la cocina que ya conoces. Para muchos, la cocina china se limita al cerdo agridulce y el arroz tres delicias. Pero hay mucho más, muchas más versiones y muchas más regiones de China que descubrir.

Peking duck in Chinatown by Habler Lopez on Flickr

 

10. Sashimi de fugu

No fui a Japón pensando en comer Fugu. El concepto de arriesgarse a comer algo que te puede matar si el cocinero no es lo suficientemente hábil o lo suficientemente legal, no era especialmente atractivo para mí. Pero Japón es un país especial, que han conseguido hacer que ese riesgo se convierta en algo tan, pero tan, tan, tan remoto….

comer fugu en Japón

Fui con unos amigos y la experiencia es curiosa. Solo se puede comer en sitios especializados, pero aún así es bastante más asequible de lo que creíamos. Nosotros fuimos a un sitio en Tokio, en la zona de Shibuya (bastante fácil de reconocer porque tiene un pez globo gigante encima de la puerta),donde te preparaban el susodicho pez en todas las formas imaginables.

Al final, es más escenificación que otra cosa. No es mi pescado favorito, pero está bastante bien. Aunque a mí siempre me recordará al capítulo de los Simpson en que Homer va a un restaurante japonés:

Y ¿qué platos son los que más os han impactado a vosotros?

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